Estoy viendo en la tele la historia de un asesino que guardaba los cadáveres de sus víctimas en ácido dentro de su casa (me encanta el morbo que puedo decir), y mientras doblo mi ropa, acomodo ésto o aquéllo en mi cuarto (que por más que muevo no se ve ordenado), me imagino todos los esqueletos que guardo en mi clóset, en todas las mentiras, secretos, historias que quisiera meter en un barril con ácido y que ¡puf! se desaparecieran; todas esas cosas que me vuelven una mala hija, mala hermana, mala amiga, mala persona... una mierda pues.
Pienso en todo lo que uno esconde en lo oscuro y más recondito del clóset... en la conciencia. Vivo con miedo, miedo de esos fantasmas y esqueletos, tengo miedo de que un día salgan y me asfixien, miedo que susurren cosas en mi oído, de que hablen de lo que soy, de esa parte que da asco y forma parte de mí, peroque no soy yo en sí, esa parte que trato de aceptar. Me han dicho que no tengo límites, que no sé cuándo detenerme, tal vez sea simple curiosidad de saber qué es lo que hay detrás de la barda, igual hay muchas personas que se la brincan. Me gustaría saber cómo le hacen estas personas para vivir en armonía con esos fantasmas, con los cuales conviven, bailan y pasean tomados de la mano, alguien me podría decir? Al fin que todos tenemos nuestros esqueletitos y fantasmas en el clóset, o debajo de la cama, o en los cajones, o que de repente se asoman solo por unos instantes en el reflejo del espejo.